Urge vigilar el 'boom' en renovables

Desde hace años, España presencia una intensa actividad en el sector de las renovables. Varios factores explican este fenómeno. Sobre todo son las grandes expectativas de desarrollo de este tipo de energía, en detrimento de los hidrocarburos, las que atraen a inversores nacionales e internacionales.

Estos, además, cuentan con abundante liquidez para emprender operaciones gracias a los tipos de interés en mínimos que predominan en los mercados. Sin embargo, ni siquiera estas fuerzas bastan para justificar las peticiones que ya acumula el Gobierno orientadas a conectar energías limpias por valor de más de 150.000 MW. Para calibrar lo desorbitado de esa cifra, basta con considerar que la demanda actual de toda España en este ámbito no supera, de media, los 40.000 MW.

Proliferan en este ámbito los proyectos que carecen de todo respaldo industrial y tienen visos de ser especulativos.

Podría argumentarse que la sobrecapacidad se absorberá en el largo plazo a medida que se desarrollen los planes de implantación de renovables del Ejecutivo, definidos hasta 2030. Sin embargo, ese argumento es muy cuestionable. En primer lugar, está por demostrarse en qué quedará la mencionada hoja de ruta en manos de un nuevo Gobierno.

Pero lo realmente decisivo radica en que muchos de los proyectos de renovables que han solicitado su acceso a la red no cuentan con el más mínimo respaldo industrial. Por tanto, existen muchos indicios de que su verdadera razón es la pura especulación, basada en adquirir derechos de acceso para luego crear un mercado paralelo que haga posible su reventa. Se trata de una perspectiva peligrosa que el Gobierno debe vigilar. España ya tiene experiencia de lo nocivas que resultan las burbujas en el sector de las renovables para el sistema energético y, sobre todo, sus usuarios.

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